viernes, 5 de septiembre de 2014

Un Año Sin Azucar

MI FAMILIA DEJÓ DE CONSUMIR
 AZÚCAR POR 1 AÑO Y ESTO FUE LO QUE PASÓ
Por Eva O. Schaub
Érase una vez una época en la que yo era sana – o al menos pensaba
que lo era.
Naturalmente me faltaba la energía suficiente para terminar con el día,
pero con todos los anuncios en la televisión promocionando 
bebidas energéticas para las masas cansadas de los Estados 
Unidos, siempre 
asumí que yo no era la única que sufría. Y, por supuesto, todo el mundo 
en mi familia temía las temporadas de resfriados y gripe, pero también 
pensé que al llegar enero, todas las personas desarrollan 
algún grado de enfermedad.
Al menos eso es lo que pensaba hasta que empece a escuchar 
nueva información inquietante, sobre los efectos del azúcar
Según varios expertos, el azúcar es lo que está causando que 
muchos estadounidenses tengan sobrepeso y enfermedades. 
Cuanto más pensaba en ello, esta nueva información empezó a 
tener sentido para mí – un montón de sentido. Uno de cada siete 
estadounidenses tiene síndrome metabólico. Uno de cada tres 
estadounidenses es obeso. La tasa de diabetes se ha disparado 
y las enfermedades cardiovasculares son la causa de mortalidad 
número uno de Estados Unidos.
Según esta teoría, todas estas enfermedades y muchas otras se 
pueden asociar con la presencia de este gran tóxico en nuestra 
dieta … el azúcar.

 Una idea brillante
Tomé todo este conocimiento recién descubierto y formulé una idea. 
Quería ver cuan difícil sería para nuestra familia – mi marido, nuestras 
dos hijas (de 6 y 11) y yo – pasar todo un año sin consumir alimentos con 
azúcar añadido. Cortamos de nuestra dieta cualquier alimento con azúcar 
añadido, ya fuera azúcar de mesa,miel, melaza, jarabe de maple, agave o 
jugo de frutas. También se excluyó cualquier cosa hecha con edulcorantes o 
alcoholes de azúcar. A menos que la dulzura fuese original en el alimento 
(por ejemplo, una pieza de fruta), no lo comeríamos.
Una vez que empezamos a buscar, encontramos el azúcar en los lugares 
más increíbles: tortillas, salchichas, caldo de pollo, ensaladas preparadas, 
fiambres, galletas, mayonesa, tocino, pan, e incluso en fórmula para bebés. 
¿Por qué añadir toda esta azúcar? Para hacer estos artículos más 
agradables al paladar, preservar por más tiempo los alimentos, y abaratar 
la producción de alimentos empacados.
Llámenme loca, pero evitar azúcares añadidos durante todo un 
año me parecía una gran aventura. Tenía curiosidad de lo que 
sucedería. Quería saber cuan difícil iba a ser y qué cosas 
interesantes podrían suceder. ¿Cómo iba a cambiar mi forma 
de cocinar y hacer compras?
Después de haber realizado mi investigación estaba convencida 
que eliminar el azúcar nos haría todos más saludables. Lo que 
no esperaba fue cómo el hecho de no comer azúcar me hizo 
sentir mucho mejor de una manera muy real y tangible.
 Un año sin azúcar más tarde…
Era sutil, pero perceptible: cuanto más tiempo pasaba sin comer 
azúcar añadido, me sentía mejor y con más energía. Y por aquello 
de las dudas, algo que sucedió confirmó la conexión entre dejar el 
azúcar añadido con sentirme mejor: el cumpleaños de mi marido.
 Durante nuestro año de NO azúcar, una de las reglas era que 
como familia, podríamos tener al mes, un postre con contenido de 
azúcar y si era el cumpleaños de alguno de los miembros de la 
familia, este lo podía elegir.
Por ahí de Septiembre ya notamos nuestros paladares cambiados 
y poco a poco, empezamos a disfrutar menos de nuestro postre 
mensual.
Pero cuando nos comimos el decadente pastel de varias capas 
con crema de banano que mi marido había solicitado para la 
celebración de su cumpleaños, yo sabía que algo nuevo estaba 
ocurriendo. No sólo no me gustó mi rebanada de pastel, ni 
siquiera la pude terminar. Tenía un sabor extremadamente 
dulzón para mi paladar ahora sensible, hizo que mis dientes dolieran,  
mi cabeza comenzó a latir con fuerza y mi corazón empezó a 
acelerarse… Me sentía muy mal.
 Estuve tumbada en el sofá con la cabeza apunto de estallar, por 
una hora antes de empezar a recuperarme. “Caray”, pensé 
El azúcar siempre me hizo sentir mal, pero debido a que 
estaba en todas partes, nunca lo realicé”.
Después que nuestro año sin azúcar añadido terminó, conté las 
ausencias de mis hijos en la escuela y las comparé con años 
anteriores. La diferencia fue dramática. Mi hija mayor, Greta, 
pasó de 15 ausencias en el año anterior, a sólo dos.
Hoy en día, habiendo pasado ese año, la forma en que comemos 
es muy diferente. Apreciamos el azúcar en cantidades 
drásticamente más pequeñas, lo evitamos en los alimentos 
diarios (en el que no debería estar en primer lugar), y guardamos 
el postre para momentos muy particulares. Mi cuerpo parece estar 
dándome las gracias por ello. No me preocupo por quedarme sin 
energía. Y cuando aparece la temporada de gripe, ya no siento la 
necesidad de esconderme con mis hijas debajo de la cama. Si nos 
enfermamos sabemos que nuestros organismos están mejor 
equipados para luchar, nos enfermamos menos y nos recuperamos 
más rápidamente. Para mi sorpresa, después de nuestro año sin 
azúcar, todos nos sentimos más sanos y fuertes. Y eso no es nada 
despreciable.


Este artículo apareció originalmente en EverydayHealth.com: 
My Family Stopped Eating Sugar for a Year and This is What Happened. 


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